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Las tardes de mayo

Las tardes dilatadas del mes de mayo encienden el espíritu de un no sé qué de sueños e ilusiones. La primavera es un reto, un anticipo de la vida una azotea que conquistar. Y el tiempo, ese reloj en espiral que nunca se detiene, nos regala crepúsculos dulces y atardeceres tiernos. Todo un obsequio para los que saborean como un menú exquisito los pequeños placeres de la vida. Y mayo supone esa ocasión irrepetible. En compañía o en soledad; con un libro o contemplando el paisaje. La vida tiende a identificarse con el paisaje. Y la melancolía colma los corazones.

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