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Bibliotecas a mano

Víctor , en un comentario, nos envía un texto de Mariano Gistaín. Lo reproducimos aquí para que esté más accesible:

Bibliotecas a mano

De todas las carencias que afligen a los niños, quizá la más penosa sea la falta de una biblioteca cerca de casa. Un lugar ajeno a las inclemencias del tiempo, blindado contra el ruido, la urgencia y la familia, con una mesa y una silla para sentarse. Un lugar común para poder estar en paz, mirar a los demás, enredar un poco, hacer garabatos, enamorarse y tal vez leer. Mirar cromos, hojear estampas, dejarse tentar por los cuentos, navegar y sentir la protección también física que proporcionan los libros, doble pared para aislarse del mundo, escondrijo de piratas, monstruos de siete cabezas, poemas, sueños, pesadillas y dragones con princesas. El lugar donde no hay que hacer nada, el lugar sin límites. El lugar para imaginar en paz. El lugar de donde podemos robar libros durante unas horas, probarlos y devolverlos, hasta dar con el que nos está esperando. El niño que tiene cerca de su casa una biblioteca está salvado. El niño que tiene cerca de casa una biblioteca, acaba por entrar. Y si ese niño le pregunta al bibliotecario o a la bibliotecaria, si habla con estas personas, le aconsejarán gratis sobre las recetas infalibles de la felicidad: las fórmulas mágicas para tener muchas vidas en una... durante toda la vida. Que no haya ningún niño sin una biblioteca cerca de casa.

Mariano Gistaín en Texto casi Diario, 15 de abril de 2002
2005.04.28 18:41

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