EN UN PUEBLO DE TERUEL

En un pueblo de Teruel, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía a mediados del siglo XX un matrimonio de ancianos que sólo se sustentaban con su pequeña huerta y lo que les daba la matanza anual del cerdo. Entre los mejores productos del animal, estaban dos preciosos jamones que salaban y conservaban en un arca como oro en paño. Después los aireaban colgados en lo más alto del granero y esperaban pacientemente la llegada de la tardía primavera para hincarles el diente y disfrutar del sabroso manjar.
Ahora el jamón o pernil está comercializado y se sala artificialmente y se acelera el proceso de curación y ha perdido - ¡qué pena! - su valor en las familias tradicionales. Aún quedan familias en algunos pueblos de la sierra turolense que se dedican a alimentar el cerdo, a matarlo y a aprovechar el jamón y el resto de la carne. En Alfocea, el domingo, día 22, se puede visitar una muestra artesanal de estas costumbres que se están perdiendo lamentablemente.